CAMBIANDO EL SENTIMIENTO DEL "YO"
Para el beneficio de los que no estuvieron presentes el domingo pasado, déjenme que les haga un resumen rápido de lo que hemos expresado aquí. Declaramos que el mundo es una manifestación de la conciencia, que el ambiente, las circunstancias y las condiciones de la vida del individuo son tan solo la proyección hacia afuera del particular estado de conciencia en el que aquel individuo permanece. Por lo tanto, el individuo ve lo que sea que es él, por virtud del estado de conciencia desde el cual el mira al mundo. Cualquier intento de cambiar el mundo exterior antes de que cambie la estructura interna de su mente, es trabajar en vano.
Todo sucede en orden. Todos aquellos que nos ayudan o nos ponen trabas, aunque lo sepan o no, son los sirvientes de esta ley, que constantemente moldea las circunstancias externas en armonía con nuestra naturaleza interna. El domingo pasado les pedimos que distingan entre la identidad del individuo y el estado que están ocupando. La identidad del individuo es el Hijo de Dios. Es este tú, del que estoy hablando, y al que le estoy hablando, o que hablo de mí mismo, me refiero realmente a nuestra imaginación. Eso es permanente. Se fusiona con un estado y ése ser mismo, cree ser el estado con el que está fusionado, pero en cualquier momento del tiempo es libre de elegir el estado con el cual se identificará.
Y eso nos trae al tema de hoy, “Cambiando el sentimiento del YO”, y espero no recibir la misma reacción que fue escrita en el capítulo 6 del libro de Juan. Porque se nos dijo que cuando esto fue dado al mundo, todos lo abandonaron, y tan solo unos pocos se quedaron. Porque cuando él les dijo que no había nadie a quien cambiar excepto a uno mismo, ellos dijeron que esto era una enseñanza muy, muy difícil. Es algo muy difícil. ¿Quién puede escucharlo? Porque él dijo, “Ningún hombre viene a mi salvo que yo lo llame”. Y luego se dice que cuando lo repitió tres veces lo abandonaron, para nunca más caminar junto a él. Y él, se dirigió a los que permanecieron y les preguntó: ¿Ustedes también se marcharán?; y ellos le respondieron diciéndole: ¿A quién podríamos acudir? Tú tienes la palabra de la vida eterna.
En otras palabras, es muchísimo más fácil cuando puedo culpar a alguien por mis desgracias, pero ahora que se me dijo que ningún hombre viene a mí a menos que yo lo llame, que yo soy el único arquitecto de mis fortunas y de mis desgracias, es algo difícil de decir, y entonces fue escrito “es algo difícil de decir. ¿Quién puede escucharlo? ¿Quién puede aceptarlo? ¿Y quién puede creerlo?; y entonces él dijo: Y ahora me santifico a mí mismo para que ellos también sean santificados a través de la verdad” (aprox. Juan 17:19), porque si esto es la verdad, entonces no hay nadie a quien cambiar, a nadie a quien completar, nadie a quien purificar salvo a mí mismo.
Así que empezamos con el “Yo”. La mayoría de nosotros, no tenemos la menor idea del propio ser que realmente apreciamos. Nunca le hemos observado verdaderamente al ser, así que no conocemos a este “ser”, porque el “yo” no tiene ni cara, ni forma ni figura, pero sí se moldea a sí mismo en la estructura de todo a lo que le da consentimiento, de lo que cree, y muy pocos de nosotros sabemos realmente en lo que creemos. No tenemos la menor idea de las innumerables supersticiones y prejuicios que están formando este “YO” interno y sin forma, moldeándolo en una forma que luego es proyectada, como el ambiente de ese hombre, como las condiciones de su vida.
Así que, léelo cuidadosamente cuando llegues a tu casa, “Ningún hombre viene a mi salvo que yo lo llame. Ustedes no me eligieron a mí; yo los elegí a ustedes”. (aprox. Juan 6:44); “Ningún hombre me puede quitar la vida; yo mismo la entrego” (Juan 10:18). No hay ningún poder que me quite nada que no sea parte de la organización interna de mi mente. “Todo lo que me has dado, me lo he quedado, y nada se pierde, salvo el hijo de la perdición o la creencia en Dios, y como nada puede ser perdido salvo la creencia de perder, yo no asumiré ahora la pérdida de nada de lo que me hayas dado que sea bueno. Así que me santifico a mí mismo para que ellos sean santificados por la verdad.” (Leer Juan 17: del 12 al 19).
Ahora, ¿Cómo vamos a cambiar el “yo”?. Primero que nada, debemos descubrir el “yo”, y hacemos esto al observar sin juzgar, a nuestro ser. Esto revelará a un ser que te dejará perplejo. Estarás totalmente… no diría aterrado, pero quizás avergonzado en admitir que nunca haz conocido criatura tan primitiva. A punto tal que si hubiera sido Dios mismo el que se acercara a esta forma despreciable, lo hubieras negado mil veces antes de que el gallo pudiera cantar. No podrás creer que éste es el ser con el que has andado, y al que has protegido, al que has excusado y justificado. Luego comienzas a cambiar a este ser, a través de la observación no crítica, y descubres a ése ser. Porque la aceptación del propio ser es la esencia del problema moral del mundo. Es el epítome de la verdadera observación de la vida, porque es la única causa de todo lo que observas.
Tu descripción del mundo es una confesión de tu propio ser que tú no conoces. Tu describes a otro, tu describes a la sociedad, tu describes lo que sea, y tu descripción de la cosa que observas, revela a alguien que conoce esta ley, quién eres realmente. Así que primero tienes que aceptar a ese propio ser. Cuando ese ser es aceptado, puedes comenzar a cambiar. Es mucho más fácil tomar las virtudes de los evangelios y aplicarlas como la palabra de la vida, amar al enemigo, bendecir a aquellos que nos maldicen, y alimentar a los hambrientos. Pero cuando el hombre descubra que, el ser que debe ser alimentado, el ser que debe ser vestido, el ser que debe ser protegido, el enemigo más grande de todos, es ese propio ser, entonces ahí se avergüenza, completamente avergonzado de que eso era aquellos seres; porque era más fácil cuando tenía que compartir con otro algo que poseía, o llevar un abrigo que me sobra y dárselo a otro, pero sé que la verdad no es esa. Comienzo con mi propio ser, habiendo descubierto esto, y comienzo con el cambio de ese ser.
Ahora, déjenme que les cuente una historia. Hace unos años atrás, yo estaba en esta ciudad dando una serie de conferencias cerca de ese lago - No me puedo ni acordar el nombre del lago, pero hable en la zona de Parkview Manor- y en esa audiencia había un caballero que buscaba quién lo escuche antes de la reunión. Y cruzamos la calle y fuimos a un pequeño parque que había allí, y él me dijo que tenía un problema que no tiene solución. Yo le dije: “No existe semejante cosa como un problema que no tiene solución”. Él dijo: “pero, usted no conoce mi problema. No es un estado de salud, se lo aseguro; se trata de la piel que yo tengo”. Yo le dije: ¿Qué problema tiene con su piel? Yo la veo maravillosa”. Él me dijo: “Mire el pigmento de mi piel. Yo por accidente de nacimiento, ahora soy discriminado por ella. Las oportunidades para progresar en este mundo me son negadas tan solo por el accidente de nacimiento, porque nací como hombre de color.
No tengo las oportunidades para avanzar en cualquier campo; hay vecindarios en los cuales me gustaría vivir y desarrollar una familia, y no puedo mudarme allí; donde me gustaría abrir un negocio, y no puedo mudarme a esa área.”
Luego le conté mi propia experiencia personal, de cuando vine a este país. Yo no tenía su problema, pero yo era un extranjero entre medio de los Norteamericanos. A mí no me pareció difícil. Él me dijo: “pero ese no es mi problema, Neville. Otros han venido aquí hablando con un acento, pero no tienen mi piel, y yo nací Norteamericano”. Luego le conté una experiencia que tuve en la Ciudad de Nueva York. Si yo tuviera que nombrar a un hombre al que considero mi maestro, yo hablaría de Abdullah. Yo estudié con este caballero por cinco años. Él tenía el mismo color de piel, el mismo pigmento que este caballero. Él no permitía nunca que nadie se refiera a él como un hombre de color.
Él estaba muy orgulloso de ser un negro y no quería ninguna modificación de cómo Dios lo había hecho. Se dirigió hacia mí y me preguntó: ¿alguna vez has visto una foto de la Esfinge?, yo le dije: “Si”. Él me dijo: “personifica a los cuatro cuartos del Universo. Tienes al león, al águila, al toro y al hombre. Y aquí está el hombre que es la cabeza. La corona de esa criatura llamada la Esfinge, que todavía desafía el conocimiento del hombre para descifrarla, fue coronada con la cabeza de un humano. Y mira cuidadosamente a la cabeza, Neville, y verás que quién sea que moldeó esa cabeza debe haber sido un negro. Quién sea que la haya modelado tenía la cara de un negro, y si eso aún, desafía la capacidad del hombre para descifrarlo, yo estoy muy orgulloso de ser un negro”.
Yo he visto a científicos, doctores, abogados, banqueros de todo tipo de niveles, tratando de conseguir una reunión con Abdullah, y todos los que iban a él se sentían honorados al ser admitidos a su hogar y obtener una entrevista con él. Si a él lo invitaban a algún evento, que lo invitaban siempre, él era siempre el invitado de honor. Él me dijo: “Neville, debes primero comenzar contigo mismo. Encuentra a tu propio ser, nunca estés avergonzado por el ser que tú eres. Descúbrelo, y comienza el cambio de ese propio ser.”
Bueno, yo le dije a este caballero exactamente lo que me enseñó Abdullah, que no había causa afuera del orden de su propia mente. Si él era discriminado, no era por culpa del pigmento de su piel, aunque él me haya mostrado carteles gigantes que le prohibían acceso a ciertas áreas. Los carteles estaban allí solo porque en las mentes de algunos hombres se formaron tales patrones y atraen hacia ellos lo que ahora condenarían. No hay poder afuera de la mente del hombre que pueda afectar al hombre, y que él, por el orden de su propia mente, al dar consentimiento a estas restricciones desde la cuna y siendo condicionado lentamente durante su juventud, llegando a su adultez creyendo que será siempre atacado, entonces tendrá que siempre ser atacado, porque “ningún hombre viene a mi salvo que yo lo llame”. Entonces alguien viene, para condenarme o alabarme.
No podrían venir a menos que yo los haya llamado. No me refiero a un hombre llamado Neville, me refiero a ese ser secreto que no se llama Neville. El ser secreto es la suma total de todas mis creencias, es todas las cosas a las que les doy consentimiento, que forman un patrón de estructura, ese ser secreto atrae hacia sí mismo las cosas que están en armonía consigo mismo. Bueno, este hombre se fue y luchó consigo mismo. Él no podía creer todo lo que le dije, no aquella noche, pero el domingo pasado por la mañana, vino hacia mí y renovamos la amistad. Me llevó al lado, para mostrarme los frutos de esta enseñanza.
Me dijo: “Neville, me llevó casi tres años para realmente superar esa idea fija de que yo, por accidente de nacimiento, sería un ciudadano de segunda, pero la superé. Ahora, aquí está mi oficina en Wilshire Boulevard. Elegí esta, no porque era la única que me ofrecieron; de hecho me han ofrecido otras cuatro oficinas igualmente hermosas. Elegí esta porque tenía mejores facilidades telefónicas, pero las otras eran igual de buenas. Ahora, esta es mi oficina. Tú no podrías adivinar mi salario con solo ver mi oficina, aunque sea tan bonita. Todo es agradable en esta oficina, Neville, pero este año recibiré un cuarto de millón de dólares”.
Bueno, en Norteamérica eso es una fabulosa suma de dinero. Sería deslumbrante en cualquier otra parte del mundo, pero aun así en la fabulosa Norteamérica, que un hombre reciba un cuarto de millón de dólares es realmente algo de las grandes ligas. Y ese era el hombre que hace unos años me dijo que el mundo entero estaba en su contra por la mera razón de accidente de nacimiento. Él sabe ahora, que él es quien es por virtud del estado de conciencia con el cual él se identifica, y la elección es suya si quisiera volver a las restricciones de su niñez cuando se creía esa historia, o continuar en la libertad que ha encontrado.
Así que tú y yo podemos ser cualquier cosa que deseemos ser en este mundo, si claramente definiéramos nuestro objetivo en la vida, y lo ocupáramos constantemente. Debe ser habitual. El concepto que tenemos de nuestro propio ser que es noble, no debemos ponérnoslo tan solo por un momento y sacárnoslo cuando salgamos de esta iglesia. Aquí nos sentimos libres; sentimos que tenemos algo en común; por eso es que estamos aquí, pero ¿Nos pondremos ese concepto noble, que ahora sostenemos de nuestro propio ser, cuando salgamos por esas puertas y nos subamos al autobús? ¿O volveremos a las restricciones que sosteníamos, antes de venir aquí? La elección es nuestra, y la lección más difícil de aprender es que no hay nadie en este mundo que puedas atraer hacia a ti, a menos que tú, y solamente tú, lo llames.
Así que no hagas lo que hicieron miles de años atrás, porque eso es el comienzo de la separación de la gran verdad. Así que se nos dijo que ellos le dieron la espalda, para nunca más volver a escucharla, y tampoco les agradó a los pocos que permanecieron, pero ¿A dónde podrían ir, si esta es la palabra de la verdad eterna? No es que vaya a suceder hoy en día, pero si esta es la ley de ser, y sigue vigente en todas las dimensiones de mí ser, si esto es eternamente verdad, entonces déjame aprender la lección ahora, aunque tenga que luchar conmigo mismo como lo hizo él, hace tres años.
Así que el cambiar el sentimiento del “yo”, es una cosa selectiva, porque innumerables estados son infinitos estados, pero el “YO”, no es un estado. El “YO”, cree ser el estado, cuando entra en él y se fusiona con él. Éste hombre, fue presentado con un estado, y sin la facultad de discernir en su juventud, él se fusionó con ese estado y creyó que estas restricciones eran ciertas, y le llevó tres años para desasociar el “YO” de esas ideas fijadas con las que ha vivido por tantos años. Ahora, a ti te podrá llevar tan solo un momento, o quizás tú también necesites tus tres años. No puedo decirte cuánto tiempo te va a llevar, pero te puedo decir lo siguiente. Puede ser medido por el sentimiento de naturalidad.
Tú puedes llevar puesto un sentimiento, hasta que se sienta natural. En el momento en que ese sentimiento se convierta en natural, comenzará a dar fruto dentro de tu mundo.
He contado esta historia en una pequeña reunión aquí en la ciudad, y no muchos hicieron preguntas al respecto. Pero tres personas preguntaron: “Pero ese hombre, seguro tenía dinero desde antes. Él seguro conocía a la gente indicada. Él debía tener seguramente, de alguna manera, fondos para comenzar, porque: cómo puedes salir a prestar cien millones de dólares y llamar a eso, un hecho real, que realmente tienes eso para prestar, y decirme que no había nadie que lo haya tenido antes, o tú, tú mismo, no lo tenías”.
Yo no le pregunté al caballero los hechos individuales del caso. Yo fui a la oficina, la vi, yo no miré a sus libros contables; él me dio esta información voluntariamente, y me habló del número de un cuarto de millón de dólares por año. Yo no he chequeado ni verificado de ninguna forma esta declaración; yo le creí implícitamente. Pero yo no me dejaré llevar con aquellos que creen que a menos que tengas ciertas cosas para comenzar, no puedes aplicar esta ley.
Tú puedes comenzar ahora desde cero, y elegir al ser que quieres ser. Tú no vas a cambiar el pigmento de tu piel, pero te darás cuenta que tu acento, o tú pigmento de piel, o tú tal llamado “origen racial”, no serán tus trabas, porque si un hombre es alguna vez trabado, solo puede ser el estado de conciencia en el cual él mora lo que lo está trabando. El hombre es liberado o suprimido por razón del estado de conciencia en el que persiste. Si tú persistes en él, bueno, te diré “entonces persiste en él”, pero te advierto que a nadie le importará, y eso es un golpe terrible cuando un hombre descubre que a nadie, a nadie más que a él mismo le importa.
Así que nos encontramos a nosotros mismos llorando con nosotros mismos en la esperanza de que otros vengan a llorar con nosotros. Y que horrible baldazo de agua fría cuando llega el día en que nos damos cuenta que nunca le importó a nadie realmente.
Cuando descubrimos eso, nos sacudimos hasta salir de ese estado, y osadamente nos apropiamos del regalo que nuestro Padre nos dio desde antes de que el mundo existiera. Así que déjenme que les muestre el regalo. Ustedes han leído el Padre Nuestro, posiblemente todos los días, pero ustedes leyeron una oración que es una traducción de una traducción, que no revela lo que el evangelista quería decir. La verdadera traducción, la encontrarán en el trabajo de Farrar Fenton, donde la oración original fue escrita en el modo pasivo imperativo, que es una orden permanente, algo que debe ser hecho absolutamente y continuamente. Para que ahora puedas observar a tu universo como una vasta maquinaria interconectada donde todas las cosas suceden.
No hay nada que tenga que crearse, todas las cosas están sucediendo, así que fue escrita de esta manera: “Tu voluntad debe estar siendo hecha. Tu Reino debe estar siendo traído.” Es la única manera en que lo podrías expresar si quisieras expresar el modo imperativo pasivo. Pero desde el latín del cual nuestra traducción fue hecha, no hay primer aoristo del modo imperativo pasivo. Así que la tenemos de la manera en que la tenemos, pero no revela la intención de los misterios.
Si tú vieras, que todas las cosas son ahora, que tú no te conviertes, tú simplemente eliges el estado que ocuparías. Al ocuparlo, pareciera que te estas convirtiendo, pero esto ya es un hecho, cada aspecto de ese estado en el más minúsculo detalle, ya está elaborado y ya está tomando lugar. Tú, al ocupar el estado, pareciera que vas a través de la acción de desarrollar ese estado, pero el estado ya está completamente terminado y ya está tomando lugar. Así que, ahora puedes elegir el ser que quieres ser y, al elegir cualquier ser que no sea el que ya estas expresando ahora, tú comienzas a cambiar el sentimiento del “YO”.
Ahora, ¿Cómo sabré que he cambiado el sentimiento del “YO”? Al comenzar, primero, con una observación no crítica de mis reacciones a la vida, y luego notando mis acciones cuando pienso que estoy siendo identificado con mi elección. Si yo asumo que soy el hombre que quiero ser, déjame que observe mis reacciones. Si son las mismas que eran antes, yo no me he identificado con mi elección, porque mis reacciones son automáticas así que si yo hubiera cambiado, yo cambiaría automáticamente mis reacciones a la vida. Así que el cambio del sentimiento del “YO” resulta en un cambio de reacción, y dicho cambio de reacción es un cambio de ambiente y de comportamiento. Pero déjenme que les advierta lo siguiente.
Un poquito de alteración de nuestros humores (ánimos) no es una transformación; no es un cambio real de conciencia. Porque si cambiara mi humor por un momento, podría rápidamente ser reemplazado por otro humor en dirección contraria. Cuando yo dije que he cambiado, como ese caballero cambió su humor, su humor básico, su estado de conciencia, significa que habiendo asumido que soy lo que en el momento me niega, lo que mi razón me niega, permanezco en ese estado lo suficiente como para hacer que el estado sea estable.
Así, todas mis energías fluyen desde ese estado. Yo ya no pienso sobre ese estado. Yo estoy pensando desde ese estado. Así que cuando un estado crece hasta permanecer estable, a punto tal que definitivamente expulsa hacia afuera todos sus rivales, entonces ese estado de conciencia central y habitual desde el cual pienso, define mi carácter, y es una verdadera transformación o cambio de conciencia. Cuando llego a ese estado de estabilidad, entonces observa como mi mundo se moldea a sí mismo en armonía con mi cambio interno. Y los hombres vendrán a mi mundo, la gente vendrá a ayudarme, y ellos creerán que es idea suya la de querer venir a ayudarme. Ellos tan solo están jugando su papel.
Ellos deben hacer lo que hacen, porque yo he hecho lo que hice. Habiéndome mudado de un estado a otro estado, he alterado mi relación pertinente al mundo que me rodea, y esa relación cambiada obliga un cambio en comportamiento relativo a mi mundo. Así que ellos tienen que actuar de manera diferente hacia conmigo.
Así que, al cambiar el “YO”, tú comienzas con el deseo, lo cual desarrollaremos y explicaremos mañana por la noche. Porque comienza con el deseo. El deseo es de donde comienza la acción, porque tú debes querer ser otro de quien ya eres. Nosotros fallamos, porque no nos enamoramos lo suficiente con una idea. Yo diría que, no somos movidos lo suficiente para querer ser otro del que ya somos. Si yo pudiera lograr que tú te enamores completamente de un estado, a punto tal que tu mente fuera poseída por él, yo casi que podría profetizar que tú, en un futuro no muy distante, externalizarías ese estado en tu mundo.
Y la razón por la cual fallamos es porque no estamos lo suficientemente hambrientos para cambiar. Porque, o no conocemos la ley, o no tenemos la urgencia o el hambre para realmente hacer el cambio.
Porque el cambio del sentimiento del “YO” resulta en el cambio de reacción, y el cambio de reacción resulta en un cambio de tu mundo. Si a ti te gusta tu mundo, y eres complaciente al respecto, todavía no has comenzado el camino de los misterios, porque el primerísimo estado de éxtasis, apela a alguien que no es complaciente. “Bienaventurados los pobres en espíritu” (Mateo 5: 3). Tú debes ser pobre en espíritu, no complaciente y no satisfecho.
El hombre que piensa que por causa de nacimiento, que la religión que heredó al nacer es suficiente para él, que no está insatisfecho; él no es, yo diría, movido. Ese ser es complaciente y por lo tanto no es pobre en espíritu; él es muy rico en espíritu. El Reino de los Cielos no es para ellos. Porque si yo pudiera provocarte, si pudiera hacerte sentir insatisfecho con ti mismo, entonces reconocerías a ese ser y te propondrías cambiarlo. Porque el único campo de actividad del hombre está dentro de él, y sobre él mismo. Tú no trabajas en el otro. El día que cambias a tu ser, ese día tu cambias tu mundo.
Ahora, veo que mi tiempo está llegando a su pronto final. Así que en los minutos restantes que tengo aquí, no te apresuraré, porque si vienes a la reunión de mañana sin tener mucha hambre, no te beneficiaría, pero sí espero, que muchos de ustedes estén allí. Aun si estás conmigo a punto tal que quieres intentarlo, yo te diría que desapruebes lo que te dije, yo aceptaría ese desafío, porque en el intento de refutarlo, yo sé que si tú fueras sincero en tu intento de lograrlo, tú lo comprobarías. Así que espero que muchos de ustedes vengan y tomen este festín con nosotros. Estaremos aquí en la ciudad en el Teatro Ebell por 15 noches, de lunes a viernes como les dijo el Señor Smith, por tres semanas consecutivas.
Si no pueden venir a todas las noches, aunque espero que muchos sí puedan, entonces elijan el título que les atraiga más. Mañana a la noche, para mi es lo básico; es la importancia de definir una meta en este mundo, de tener un objetivo, porque sin una meta, estás sin dirección. Y tú has sido advertido en el Libro, en la epístola de Santiago que: “El hombre de doble ánimo es inestable en todos sus Caminos. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor; porque él es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra” (leer Santiago 1: del 6 al 8).
Ese hombre nunca llega a su objetivo. Así que tú debes tener una meta, y mañana por la noche, les mostraremos la importancia de definir el deseo. Existen ciertas escuelas que te enseñan a que debes matar al deseo; nosotros te enseñamos como intensificar el deseo, y les mostramos el motivo de porqué lo enseñamos, les mostramos lo que la Biblia enseña sobre el deseo.
Y ahora, les daremos la ayuda que muchos de ustedes nos han pedido hoy. Aquellos que no estuvieron aquí el domingo, déjenme que les recuerde que es una técnica muy simple. Como les dije el domingo, cada vez que tu ejercitas tu imaginación, y que lo haces de amorosamente en representación de otro, tú estás mediando a Dios por el hombre. Así que nos sentamos calladamente, y simplemente nos convertimos en imitadores de nuestro Padre. Y Él llamó al mundo para que existiera, a través de ser la cosa que él llamaría.
Así que nos sentamos, y escuchamos como si oyéramos a alguien felicitándonos por haber encontrado lo que buscábamos. Así que vamos al final del asunto y escuchamos tal como si lo hubiéramos oído, y miramos tal como si hubiéramos mirado, y de esta manera tratamos de sentirnos a nosotros mismos, justo en medio de la situación de nuestras oraciones respondidas, y allí esperamos en el silencio por aproximadamente dos minutos, y apagaremos las luces para ayudarte. Y déjenme que les recuerde que si quieres limpiar tu garganta, por favor hazlo. Si quieres cambiar tu posición en la silla, hazlo.
Siente como si estuvieses solo en casa, porque si no lo haces e intentas no molestar al que está al lado, no podrás ejercitar tu imaginación en representación de nadie. Ahora tomaré la silla, y tan solo escucha atentamente, como si lo hubieras oído. Te haré esta promesa: el día que estés muy quieto en la mente, y realmente estés atento, oirás como si viniera de afuera, lo que realmente estás susurrando desde adentro.
Ahora, Vayamos al silencio.
Neville Goddard, 1953
Conferencia original en ingles: Changing the feeling of "I"
Traducción: Laura Arrojo
Link para bajar en PDF: http://www.mediafire.com/view/mlad7a36f2hh3ta/CAMBIANDO_EL_SENTIMIENTO_DEL_YO.pdf
Link para bajar el audio en MP3: http://www.mediafire.com/listen/mca6utw2ax9sagd/CAMBIANDO_EL_SENTIMIENTO_DEL_YO.mp3